sábado, 2 de marzo de 2013

El idílico mundo de los sueños

            Freddy se pasea por el mundo de los sueños y siempre encuentra algo con lo que divertirse. Este personaje lleva haciendo de las suyas desde 1984 y parece que no se va a detener ahora.


Javert y su obsesión con el pan

En honor a una de las películas de los Oscars de este año publico la siguiente viñeta que acabó de finiquitar. Espero que les guste:


lunes, 25 de febrero de 2013

La historia de mi mejor amigo (5)


5-BAJO UNA INQUEBRANTABLE NORMA

             (No me gusta estar solo, es demasiado aburrido estar hablando conmigo mismo. Tengo que reconocer que me gusta contarle mi vida a Saavedra, es muy divertido jugar con él, casi igual de entretenido que fastidiar a Saavedra. No saben nada de lo que pasa aquí no tienen ni idea del alcance de esta situación. Minuto a minuto la cosa se pone más interesante.)


...
              
                La parejita vuelve a entrar en la sala de interrogatorio. Les abro los brazos en señal de bienvenida.
                -¿Ya terminaron de hacer manitas?- pregunto maliciosamente.
                El detective ignora mi comentario sarcástico y me apremia a continuar relatando:
                -Ibas a contarnos lo que paso después del jaleo nocturno.
                -Si, iba a hacerlo… antes de que me interrumpierais. ¿Se me permite continuar o van a volver a dejarme de sujeta velas aquí solo?
                Empiezo a sospechar que esos dos tienen un lio del que no estoy enterado.
                -Continúa por favor-me pide García.
                -La siguiente historia Saavedra se la conoce muy bien-y retomo el hilo de mi historia:
                Los médicos que subieron a la tercera planta alertados por la fiestecilla improvisada se nos echaron encima y nos bloquearon. Otros se apresuraron a cerrar las puertas y a meter en su habitación a los curiosos que todavía quedaban fuera. No volvimos a ver a el  guardia que encerramos en la 321.
                Nos bajaron al despacho del director, que está en la segunda planta.
                Para el centro médico aquella situación era de alarma, no les gustaba tener a los locos correteando por la instalación a su gusto, ni les alegraba tener a un tipo capaz de librarse a su gusto de una camisa de fuerza.
                El director estaba de guardia también así que no se había ido a su casa aquella noche. Llamaron a la puerta y en el interior del despacho se escuchó movimiento. El sonido de  una puerta abrirse y luego algo muy pesado que se arrastraba por el suelo llegó a nuestro odios. Después el directo salió a fuera con aire somnoliento.
                -Director Saavedra, disculpe la molestia, pero hay un problema que requiere su atención-dijo uno de los médicos señalando a mi amigo y a mí.
                -¡Buenas noches dire!-Saludó mi amigo con sus manos libres.
                Saavedra es un hombre muy trabajador, ocupa el mismo cargo de todos los médicos y además dirige todo el manicomio. Está hecho todo un hombre de negocios.
                Nos miro sorprendido a ambos, pero su atención se centró en mi amigo que estaba sin su uniforme aprisionador.
                -¿Qué hacen estos dos aquí?-preguntó enfadado.
                -Han encabezado una revuelta en la tercera sección- informan los médicos.
                -¿Y ese que hace sin la camisa de fuerza?
                -Permítame contestar a esa pregunta. ¿Me permite?-se ofreció gentilmente mi amigo.
                -Adelante-concedió Saavedra asesinándole con la mirada.
                -Tú no sabes lo…-dijo mi amigo antes de ser interrumpido por Saavedra.
                -Usted.
                Mi amigo le miró sin entender ese bisílabo e increpó:
                -¿Cómo?
                -Que me trate de usted-exigió el director
                -Ah, sí. Perdone usted. Usted no sabe lo molestas que son esas prendas, por eso me la quite su señoría.
                -¿Qué se la quitó? ¿Cómo fue eso?-inquiere fulminante Saavedra a los médicos que estaban allí presentes.
                -No lo sabemos señor, le encontramos así.
                El jefe suspira, estaba muy enfadado. Vuelve a la carga:
                -Pónganle otra ahora mismo. ¿Quién estaba cuidándoles?
                Uno de los esbirros se fue raudo y veloz a buscar otra camisa.
                -Estaba de turno Antonio Zamora. No sabemos dónde está ahora-contesta uno.
                -¡¿Dejaron a un novato solo con esos dos?! ¿Quién compartía el turno con él?
                -Yo, señor- dijo un batablanca cabizbajo dando un paso al frente.
                -Maldito desgraciado, ¿por qué no le acompañó?
                -Yo… Verás señor…
                -No me importa, quedas despedido. ¡¿Dónde está esa camisa de fuerza?!
                El médico que se había ido hacía apenas medio minuto volvía corriendo con la camisa en alto.
                -Aquí la traigo señor.
                -Póngansela y cuando lo hagan háganlos pasar a mi despacho.
                Dicho eso, Saavedra entró en su morada y cerró la puerta de un portazo.
               
                Minutos después comenzó nuestra primera reunión en calidad de locos con Saavedra. Estábamos solos con él.
                -Sabía que nos causaríais problemas-comenzó diciendo.
                Mi amigo sonríe de oreja a oreja, la camisa de fuerza que le han puesto le hacen parecer más loco de lo que está. Suelta una carcajada de orgullo y dice:
                -Me complace saber que usted tenía tantas esperanzas en nosotros.
                Saavedra se levantó de su butaca y comenzó a caminar por la habitación. Nosotros le seguíamos con la mirada y él hablaba sin mirarnos:
                -Esto no quedará así, no he luchado tanto para caer tan fácilmente. Sabéis lo que os jugáis.
                -Y usted también sabe lo que se juega- dijo mi amigo señalando con la cabeza a una de las muchas estanterías de la sala.
                El director transmutó sus facciones en un gesto duro y malévolo, su voz sonó diferente cuando dijo:
                -Siento decirle que no le comprendo, usted está  loco y su palabra no tiene valor para mí ni para ninguno de los que trabajan aquí. Has perdido, ya puedes ir rindiéndote.
                Alguien llamó desde el exterior. Saavedra le dio permiso para entrar. Un medico soñoliento entró y se dispuso a informar:
                -Hemos encontrado a Antonio, estaba encerrado en la 321. Cuando le pusimos la camisa de fuerza a este individuo descubrimos que tenía un manojo de llaves, de alguna forma se las quitaron y consiguieron encerrar a Antonio. Es todo cuanto sabemos.
                Saavedra cambió su voz de nuevo, ahora sonaba con autoridad:            
                -No volveré a tolerar este tipo de actitud por parte de ustedes. Aquí vivimos bajo una inquebrantable norma. ¿Me oyen?
                -Alto y claro general-responde mi amigo.
                -Por lo pronto están castigados, mañana les informaré de su pena.
                Mi amigo se queja.
                -Venga hombre, el primer delito sale siempre gratis.
                -Pónganlos en habitaciones separadas, ¿cuáles quedan libres en la tercera?-continúa Saavedra omitiendo las quejas de mi amigo.
                -321, que es doble y 323, que es triple. Ambas no tienen ningún ocupante-informa el médico casi sin pensarlo.
                -Muy bien, metan a cada uno en una de esas.
                -Se lo dije antes al señor… Antonio, no pienso meterme en ninguna habitación con el numero tres-protesta mi amigo.
                Saavedra sonríe y se dirige al médico recién llegado:
                -Metan ha ese señor en la 323.
                -No pienso entrar en ninguna habitación con el numero tres-vuelve a quejarse mi amigo.
                -Escúchame, si hubiera en este edificio alguna habitación con el número 333 ten por seguro que esa habitación sería la tuya, aunque tuviera que sacar de ella al mismísimo Satanás. Y ahora llévenselos, no quiero verlos más esta noche. -y añadió en un susurro inaudible cogiendo a mi amigo del hombro-: ten cuidado con lo que dices, esto no ha hecho más que empezar.
                Claro que no había hecho más que empezar, cuando salimos de aquel despacho deslice la lengua por mi paladar y jugueteé con la lleve que tenía en el interior de mi boca. Iba a ser una noche muy larga. Si querían guerra tendrían la de maratón.

...
Continuará

#Lhdmma

viernes, 22 de febrero de 2013

La historia de mi mejor amigo (4)


4-UN SEGUNDO              

(Día uno / 07-02-1985 /13:02
Centro de rehabilitación de Toledo “Los santísimos estigmas”
Quedan 21 para el 28 de febrero
Continua la grabación audio )    

...

                Tomo aire para comenzar a contar mi nueva historia, pero Saavedra se me adelanta y me interrumpe haciéndole una proposición al señor Holmes:
                -¿Le importaría salir conmigo un segundo, Señor García?
                Señor García… Por lo menos ya sé el apellido de ese tipo, ya no tengo que pensar en él como Holmes. De todas formas ahora me da igual como se llame, nadie me roba a la persona con la que estoy hablando. Me quejo a Saavedra:
                -Lo siento doctor, el señor García va a escuchar otra de mis historias.
                -Solo será un segundo, León-me suelta Saavedra-. ¿Le importaría acompañarme, Señor García?
                El detective Holmes/García titubea unos segundos, después me mira y me pide permiso:
                -¿Le importa que le abandone por unas milésimas de segundo?
                Le concederé sus deseos. Espero por su bien que no tarden en volver si quieren escuchar el resto de la historia.
                -Puede salir señor detective, no tarde -amenazo.
                Saavedra y García abandonan la sala y me dejan solo. Que poca consideración hay ahora en el mundo, de verdad.

------------------------------------------------------------
               
                Saavedra cierra la puerta y se gira para quedar cara a cara con García. Le lanza una mirada de reproche e inquiere:
                -¿Estamos avanzando?
                -De momento no -contesta García resoplando de cansancio.
                -Escucha, un loco con aires de salvador me la ha jugado. Lleva desde el día 23 de enero desaparecido e incluso tuvo el valor de amenazarme con algo que hará el día 28 de febrero. Quedan solo 21 días para que sea el 28 y no hemos avanzado nada y ahora estamos hablando con el amigo del loco y lo único que hacemos es perder el tiempo, ya te dije yo que el trastorno de León es muy fuerte y el de su amigo es mucho peor, no quiero ni imaginarme lo que estará haciendo por allí fuera.
                -Tenemos que saber todo lo que sabe León sobre el iluminado porque…
                -¿Tú también le llamas así? ¿No queda nada de coherencia en este maldito hospital?-se indigna Saavedra.
                -Tenemos que hablar con León y lo sabes. Seguro que él sabe todo lo que pasó el 23 de enero y lo que va a pasar el 28 de febrero. Estoy seguro de que su amigo se lo contó todo -informa García.
                -Te doy dos días para sacarle la información, si en ese tiempo no has avanzado estás despedido. ¿Qué te propones hacer ahora?
                -Seguir la corriente a este loco, estoy seguro de que dirá algo sobre su amigo desaparecido  que pueda servirnos.
                -Dos días García, dos días.

------------------------------------------------------------

                No me gusta estar solo, es demasiado aburrido estar hablando conmigo mismo. Tengo que reconocer que me gusta contarle mi vida a Saavedra, es muy divertido jugar con él, casi igual de entretenido que fastidiar a Saavedra. No saben nada de lo que pasa aquí no tienen ni idea del alcance de esta situación. Minuto a minuto la cosa se pone más interesante.
...
Continuará

La historia de mi mejor amigo (3)


3-EL ILUMINADO

               (Parece que si no se lo cuento este tipo no me va a dejar en paz. Será mejor que le perdone para poder largarme de aquí.
                -No voy a permitir que vuelvas a interrumpirme. ¿Lo entiendes?
                -Alto y claro-me confirma el detective.
                Me aclaro la garganta y me preparo para continuar por donde me había quedado.)

...

                -Tardaron un mes en meternos aquí, fueron unos días de pruebas médicas muy divertidos. Recuerdo que varios médicos dimitieron por nuestra culpa.
                Me gusta decir que fueron unos días cuando en realidad fue más de un mes (del 23 de enero al 28 de febrero del 1981). Se pasaron muy rápidos, así que mi amigo y yo nos los tomamos como unos días de vacaciones. En aquella bella época disfrutamos mucho con nuestro querido Saavedra. Él fue uno de los principales incitadores de nuestro encarcelamiento en este maravillosísimo hotel de siete estrellas.
                -Nadie dimitió. Solo abandonaron vuestro caso-protesta Saavedra con superioridad.
                -Todos se fueron menos usted. Vuestra meced siempre creyó  en nosotros y en nuestra locura y eso para nosotros significa mucho. Gracias -agradezco yo.
                -¿Puedes… continuar con tu historia? Por favor -pide el detective bostezando.
                Me rasco la nuca y vuelvo a hablar:
                -Tienes razón, no debería irme tanto por las ramas. Continúo: Como iba diciendo nos metieron aquí el 28 de febrero. Eran las 21:43 de una noche cerrada. Lo recuerdo como si hubiera pasado ayer…
                Los pasillos del manicomio estaban en la penumbra. Al final del largo corredor parpadeaba una bombilla de luz anaranjada. Unos rallos de luna se deslizaban como cuchillas por una de las ventanas.
                A esa hora todo el edificio estaba sumido en su rutinal sueño. Los locos nos acostamos a las 21:00, a esa hora tiene que haber silencio absoluto. 
                El médico de guardia nos escoltaba hacia nuestra habitación. Nos miraba asustado, debía ser su primera noche de cuidador de maniatados y por eso le habían hecho la jugarreta de dejarle solo con dos dementes. Mi amigo y yo comentábamos todo  lo que veíamos y reíamos en voz alta y eso ponía los pelos de punta a nuestro carcelero que se esforzaba por no mostrar su miedo.
                Nos subió a la segunda planta y comenzamos a recorrer otro largo pasillo. A derecha e izquierda estaban las habitaciones-celdas de nuestros futuros compañeros. El médico miraba en todas las direcciones, temeroso de que alguien saliera de la oscuridad y acabara con su vida. Nosotros no le preocupábamos mucho, la camisa de fuerza que nos aprisionaba y su barra electrificada le protegían de nuestra locura. Creo que lo que más asustaba a ese hombrecillo era el lugar y haber leído demasiadas historias de miedo.
                Al final del pasillo había más escaleras. Peldaño a peldaño llegamos a la tercera y última planta. Otro corredor mortalmente oscuro flanqueado de “habitaceldas”. Ahora temblaba nuestro acompañante. Hacía frio, claro, como en todas las noches de febrero. Nuestro aliento salía en forma de vaho.
                -Quiero mear-soltó mi amigo.
                El médico intentó no sorprenderse, seguramente se repetía todo lo que había aprendido en la academia de loqueros para controlar una situación como aquella. Decidió no responder.
                -Me meo-insistió.
                -Mi amigo se mea- reforcé.
                -Podrán descargar en su habitación, está al fondo del pasillo.
                -¿Cuál es nuestra habitación?-pregunté
                -La 321-respondió el médico.
                -No me gusta, cámbiamela- exigió amenazante mi amigo.
                El loquero se sorprendió por la rudeza de mi amigo e informo, reforzando su asustada voz con un pequeño timbre de autoridad:
                -No se puede.
                -No me gusta el numero 3, quiero otra habitación-insistió mi amigo.
                A nuestra derecha estaba la habitación 316 a mi izquierda la 317, ahora la 318 a mi derecha y a la izquierda la 319… El médico aceleraba el paso para llegar rápidamente a nuestros aposentos y poder largarse de allí.
                -Todas las habitaciones de este piso tienen como primer número el 3, este indica el número del piso-informó el custodiador.
                -Pues llévame al segundo ya. No pienso entrar en ninguna sala que tenga el número 3-repite mi amigo.
                320 a la derecha, como todas las pares y 321 a la izquierda, como todas las impares. Nuestra nueva casa. Nuestro asustado anfitrión sacó su manojo de llaves y la abrió. Después nos indico que entráramos con un movimiento de manos.
                -¿Te gustan los espectáculos?-preguntó a bocajarro mi amigo.
                El doctor abrió la boca anonadado:
                -¿Per..perdona?
                -¡Contemplad al gran Houdini!-gritó mi amigo.
                Lo que sucedió a continuación hizo que nuestro novato perdiera los nervios y comenzara a gritar. Mi amigo se libró de un rápido movimiento de su camisa de fuerza quedándose con el torso desnudo y la tiró al suelo. Alzó las manos pidiendo aplausos a un público imaginario. Yo hubiera aplaudido si hubiera tenido las manos libres.
                El nuevo Hudini cogió a nuestro acompañante, le arrebató el manojo de llaves y lo empujó al interior de la 321.  El médico cayó de culo y contempló desalentado como era encerrado en la celda de sus prisioneros. Después de echar la llave mi amigo me sonrió y me hizo una tentadora oferta:
                -¡Vamos a saludar a nuestros nuevos amigos!
                Y abrimos las 24 celdas del tercer piso, sin contar la 321, por supuesto. Una a una. Todos nuestros compañero estaban durmiendo y ninguno se percató de nuestros actos.
                -Es la hora del espectáculo-me susurró cuando todo estaba abierto.
                Fuimos al cuadro de mandos  que estaban al fondo del pasillo, junto a la puerta emergencia y comenzó la fiesta con las primeras voces de mi amigo:
                -¡Ciudadanos del tercero, locos y cuerdos! ¡Desde los más profundo del valle de la maniataded les presento una presentación inaudita e insabora! -los ingresados comenzaron a salir de sus habitaciones, algunos llevan camisa de fuerzas y otros iban en pijama de cuadros, los que no salieron fue porque la medicación se lo impedía-. ¡Es un placer para mí presentarles a mi gran amigo en la demencia, el único, el inigualable, el indiscutible, el adorador de los nachos con queso que tanto cuesta encontrar en este país: LEÓN DE LA METROPOLIS!
                Una parte de los locos aplaudieron escandalosamente con vítores la presentación que mi amigo me hizo. Después pasó a auto presentarse:
                -¡¡¡Y sin más dilación, querido público, me presento!!! ¡¡¡Venido de uno de los pueblos más profundos de Toledo, el tres veces único, el cuatro veces inigualable, al que si le discutes eres condenado a quitar los percebes del Titanic, el devorador de las bibliotecas…
                Una mirada de mi amigo y ya sabía lo que tenía que hacer, mordí la palanca que encendía los flexos del techo (por que no tenía manos, claro) y la baje.
                El primer flexo que se encendió era el que estaba al fondo del pasillo. Luego se alumbró el que le seguía a continuación el siguiente. Todos los espectadores levantaron la cabeza y contemplaron como los flexos se iluminaban y se dirigían hacia mi amigo. Solo quedaban tres sin encender. Dos. ¡Uno! Todo el pasillo quedó iluminado. En el techo, encima de la cabeza de mi compañero había otra bombilla de luz naranja, junto con el final del tubo del gas. La encendí. Está parpadeo varias veces y después aguantó encendida unos segundos antes de reventar. Los cristalitos cayeron encima de nosotros dos. Todos guardaron silencio. Contuvieron la respiración hasta que mi amigo levanto las manos pidiendo una ovación. Los que tenían las manos libres aplaudieron desgarradamente, los apresados con las camisas saltaron de alegría. Uno de ellos nos señaló y gritó refiriéndose a mi amigo:
                -¡Él es el nuevo elegido! ¡¡¡Es… es… EL  ILUMINDADOOOOOOO!!!
                -¡EL ILUMINADO! -aclamaron todos al unísono mientras algunos se postraban en el suelo.
                Por las escaleras subía un comité de médicos. Un maniatado gritó de terror:
                -¡Que vienen los romanos!
                Nadie le prestó atención hasta que otro clamó:
                -¡Los batasblancas!
                Entonces todos se apresuraron a encerrarse en sus celdas y a meterse en sus camitas. Cuando los médicos llegaron solo estábamos mi amigo y yo al final del pasillo.
               
                Holmes, termina de escuchar mi relato. Parece que ya ha aprendido a respetarme. Toma aire y pregunta:
                -¿Y… esa es la historia de porque a tu amigo le llaman el Iluminado?
                Saavedra suspira.
                -Así es-respondo educadamente.
                -Supongo que os tocaría algún castigo por esa actuación a deshora… ¿Me equivoco?-inquiere mi segundo detective favorito.
                -Pues ya que te refieres a ello te diré que sí. Fue algo muy interesante y la primera vez que nos enfrentamos con Saavedra desde nuestro ingreso… Te lo contaré ahora mismo, no sufras.
                El detective y Saavedra suspiran. Saben que las historias del 23 de enero y el 28 de febrero van a tener que esperar en pos de un relato más importante. 


Día uno / 07-02-1985 /13:02
Centro de rehabilitación de Toledo “Los santísimos estigmas”
Quedan 21 para el 28 de febrero
Continúa la grabación audio
...
Continuará


http://bastonybombin.blogspot.com.es/p/la-historia-de-mi-mejor-amigo.html

martes, 19 de febrero de 2013

La historia de mi mejor amigo (2)


2-LA INTERRUPCIÓN

               ( -Si, esa es la historia de cómo nos conocimos y de cómo nos hicimos tan muy amigos.
                -Vale, ¿Me hablas ahora del incidente?
                -Si, te hablaré ahora del 28 de febrero. Te lo mereces.
                Una vez que le he dicho esto ambos sonríen como un niño y me miran ansiosos de que comience mi nuevo relato.)

...

                No les haré esperar, aquí viene la historia sobre el 28 de febrero:
                -Desde la mañana del 23 de enero nos estuvieron haciendo un montón de pruebas médicas. Parecía que tenía prisa en adjudicarnos la locura. Después de unos días entramos en el manicomio como ya te dije antes. Concretamente nuestra fecha de ingreso fue el 28 de febrero de 1981.
                -¡Háblame de las fechas de 1985, del 28 de febrero de 1985 o háblame del 23 de enero, pero no vuelvas a contarme nada sobre 1981!
                No puedo permitir más ultrajes como estos, si no quieren escucharme me da igual. Me callo y que me dejen en paz.
                Pongo la barbilla en el pecho y me cruzo de brazo. Ahora frunzo el ceño para indicar que estoy muy enfadado con la actitud de ambos. De mi boca no va a salir ni una palabra más.
                El detective me mira desconcertado, sabe que se ha ido de la lengua o eso creo yo. Mira al doctor de reojo como implorándole ayuda. Saavedra se encoge de hombros. Holmes me mira de nuevo y suspira. Finalmente me dice:
                -Continúa…
                Pero yo ya no quiero hablar, no me gusta que me interrumpan, nunca me ha gustado que no me tomen en serio. Quiero irme de aquí, ya he perdido suficiente tiempo.
                -¿Puedo irme a jugar?
                -No, no. Primero tienes que contarme lo que sucedió el día que te metieron aquí dentro. ¡Vamos! Estoy ansioso-me urge Holmes.
                -No quiero.
                Saavedra bufa de cansancio. Seguro que se está arrepintiendo de no haber traído una silla para él.
                -Muy bien, te irás a jugar cuando me cuentes lo que te he interrumpido.
                Parece que si no se lo cuento este tipo no me va a dejar en paz. Será mejor que le perdone para poder largarme de aquí.
                -No voy a permitir que vuelvas a interrumpirme. ¿Lo entiendes?
                -Alto y claro-me confirma el detective.
                Me aclaro la garganta y me preparo para continuar por donde me había quedado. 
...
Continuará

lunes, 18 de febrero de 2013

La historia de mi mejor amigo (1)

1-EL COMIENZO DE UNA GRAN AMISTAD

            
             ( -Me parece que no me he explicado bien, lo que yo quiero que me cuente es el incidente de este año, quiero el incidente  de la tarde del 23 de enero de 1985 y también quiero saber qué relación tiene eso con el día 28 de febrero- explica el señor detective-.  Estoy aquí para saber la verdad. Y espero que sepas que es de vital importancia para nosotros saber todo sobre lo que pasó ese día.)

...
               
                Cada vez me parece más mal educado este hombre.
                -O sea… ¿Quiere que le hablé de lo que pasó hace unos pocos días?-pregunto desafiante.
                -Exactamente, háblame del 23 de enero de este año.
                Ahora parlamento yo:
                -Me parece una descortesía lo que está haciendo usted. ¿Quiere que le hable de un hecho de mi amigo que acaba de pasar y quiere juzgarle con lo que yo diga? Siento decirle que si quiere juzgar a mi amigo va a tener que saber más cosas de él.
                -No me interesa saber nada más que lo referente al 23 de enero y al 28 de febrero de este año.
                -Ya te hablaré del 23, pero antes tienes que saber más cosas sobre mi amigo.
                -No te sigo-susurra desesperado el poli.
                -No pienso hablarte del 23 si antes no sabes más cosas sobre mi amigo, ¿lo pillas?
                -¿Qué quieres que haga?
                -Pregúntame más cosas sobre él. Yo lo sé todo. Puedo contarte toda la historia de mi mejor amigo.
                -Vale, vale. ¿Quieres hablar? ¿Es eso? Veamos… háblame… esto… dime, ¿Cuándo os conocisteis? ¿Por qué tenéis esta relación tan estrecha?

                -Oh, esa es una historia muy interesante. Verás yo era un chico muy solitario y no tenía ningún amigo. Los demás chicos solían meterse conmigo y yo me metía con ellos. La verdad es que no me importaba mi posición. Si yo no les caía bien no me iba a esforzar en cambiar para hacerlo.
                <<Un día un grupo me dio una buena paliza en un callejón, yo apenas tenía siete años. Tengo que admitir que los que me pegaron no eran mayores que yo, pero no estaba preparado para defenderme de cinco desgraciados que se creían luchadores profesionales. Cuando acabaron conmigo y decidieron irse dejándome solo y llorando como un paleto me di cuenta de que uno se había quedado conmigo. Fue la primera vez que vi al Iluminado. Él era uno de los que iba con los chicos que me habían pegado, pero no había participado en la paliza.
                Desde ese día fuimos uña y chicha. Hemos hecho de todo juntos, incluso ingresar en este lugar. La verdad es que no sé cómo una persona como él fue a caer en semejante antro…
               
                El doctor Saavedra me atraviesa con la mirada, está empezando a perder la paciencia.
                -Me alegra mucho saber esa feliz historia pero…
                -Espera, espera. Aun hay más: su Paciente X tiene un gran sentido de la justicia. La verdad es que seguro que se parece mucho a usted señor Holmes. De mayor quería convertirse en un luchador de la rectitud. Una especie de policía o un detective tal vez… es curioso como el paso del tiempo nos pone a todos en nuestro lugar: Unos consiguen su sueño y otros acabamos amordazados en un manicomio… aunque tengo que añadir que no nos ha ido tan mal aquí dentro. Recuerdo que una vez…
                -¿Vas a terminar de contar la historia o no?
                Parece que tengo muy enganchado al detective para que me incite tanto a continuar.
                -¡Ah sí! No puedo evitar andarme por las ramas. Estoy loco ¿Recuerda? Bueno, el caso es que mi amigo tiene un gran sentido de la justicia y se sentía culpable de haber participado en ese comité de matones. Decidimos que nos vengaríamos.
                El doctor Saabedra suspiro y dijo con aire somnoliento:              
                -Ya desde pequeño mostrando sus dotes de revolucionario… no sé por qué no me sorprendo…
                -Nosotros también le queremos doctor -digo sonriendo y giñando un ojo al que acaba de hablar.
                -¿Puedes continuar, por favor?-apremia el detective llevándose las manos a la cabeza.
                Otro que comienza a cansarse… ¡Vamos bien!
                -Si, continúo. No se estrese. Pues decidimos vengarnos, nos peleamos con ellos y el resultado fue el esperado: no machacaron. Lo intentamos una y otra vez y siempre salíamos escarmentados, pero nunca nos rendimos.
                -Puede que la fuerte locura de ustedes dos derive de ese empeño que tenían en que les zurraran -arremete el loquero.
                -No se crea que no lo he pensado, querido asistente médico-digo volviendo a guiñar un ojo.
                El interrogador me mira desesperado.
                -¿Ya está? ¿Era eso lo que querías contarme?
                -Si, esa es la historia de cómo nos conocimos y de cómo nos hicimos tan muy amigos.
                -Vale, ¿Me hablas ahora del incidente?
                -Si, te hablaré ahora del 28 de febrero. Te lo mereces.
                Una vez que le he dicho esto ambos sonríen como un niño y me miran ansiosos, esperando que comience mi nuevo relato.


...
Continuará