( -Me
parece que no me he explicado bien, lo que yo quiero que me cuente es el
incidente de este año, quiero el incidente
de la tarde del 23 de enero de 1985 y también quiero saber qué relación
tiene eso con el día 28 de febrero- explica el señor detective-. Estoy aquí para saber la verdad. Y espero que
sepas que es de vital importancia para nosotros saber todo sobre lo que pasó
ese día.)
...
Cada
vez me parece más mal educado este hombre.
-O
sea… ¿Quiere que le hablé de lo que pasó hace unos pocos días?-pregunto
desafiante.
-Exactamente,
háblame del 23 de enero de este año.
Ahora
parlamento yo:
-Me
parece una descortesía lo que está haciendo usted. ¿Quiere que le hable de un
hecho de mi amigo que acaba de pasar y quiere juzgarle con lo que yo diga?
Siento decirle que si quiere juzgar a mi amigo va a tener que saber más cosas
de él.
-No
me interesa saber nada más que lo referente al 23 de enero y al 28 de febrero de este año.
-Ya
te hablaré del 23, pero antes tienes que saber más cosas sobre mi amigo.
-No
te sigo-susurra desesperado el poli.
-No
pienso hablarte del 23 si antes no sabes más cosas sobre mi amigo, ¿lo pillas?
-¿Qué
quieres que haga?
-Pregúntame
más cosas sobre él. Yo lo sé todo. Puedo contarte toda la historia de mi mejor
amigo.
-Vale,
vale. ¿Quieres hablar? ¿Es eso? Veamos… háblame… esto… dime, ¿Cuándo os
conocisteis? ¿Por qué tenéis esta relación tan estrecha?
-Oh,
esa es una historia muy interesante. Verás yo era un chico muy solitario y no
tenía ningún amigo. Los demás chicos solían meterse conmigo y yo me metía con
ellos. La verdad es que no me importaba mi posición. Si yo no les caía bien no
me iba a esforzar en cambiar para hacerlo.
<<Un
día un grupo me dio una buena paliza en un callejón, yo apenas tenía siete
años. Tengo que admitir que los que me pegaron no eran mayores que yo, pero no
estaba preparado para defenderme de cinco desgraciados que se creían luchadores
profesionales. Cuando acabaron conmigo y decidieron irse dejándome solo y
llorando como un paleto me di cuenta de que uno se había quedado conmigo. Fue
la primera vez que vi al Iluminado. Él era uno de los que iba con los chicos
que me habían pegado, pero no había participado en la paliza.
Desde
ese día fuimos uña y chicha. Hemos hecho de todo juntos, incluso ingresar en
este lugar. La verdad es que no sé cómo una persona como él fue a caer en semejante
antro…
El
doctor Saavedra me atraviesa con la mirada, está empezando a perder la
paciencia.
-Me
alegra mucho saber esa feliz historia pero…
-Espera,
espera. Aun hay más: su Paciente X tiene un gran sentido de la justicia. La
verdad es que seguro que se parece mucho a usted señor Holmes. De mayor quería
convertirse en un luchador de la rectitud. Una especie de policía o un
detective tal vez… es curioso como el paso del tiempo nos pone a todos en
nuestro lugar: Unos consiguen su sueño y otros acabamos amordazados en un
manicomio… aunque tengo que añadir que no nos ha ido tan mal aquí dentro. Recuerdo
que una vez…
-¿Vas
a terminar de contar la historia o no?
Parece
que tengo muy enganchado al detective para que me incite tanto a continuar.
-¡Ah
sí! No puedo evitar andarme por las ramas. Estoy loco ¿Recuerda? Bueno, el caso
es que mi amigo tiene un gran sentido de la justicia y se sentía culpable de
haber participado en ese comité de matones. Decidimos que nos vengaríamos.
El
doctor Saabedra suspiro y dijo con aire somnoliento:
-Ya
desde pequeño mostrando sus dotes de revolucionario… no sé por qué no me sorprendo…
-Nosotros
también le queremos doctor -digo sonriendo y giñando un ojo al que acaba de
hablar.
-¿Puedes
continuar, por favor?-apremia el detective llevándose las manos a la cabeza.
Otro
que comienza a cansarse… ¡Vamos bien!
-Si,
continúo. No se estrese. Pues decidimos vengarnos, nos peleamos con ellos y el
resultado fue el esperado: no machacaron. Lo intentamos una y otra vez y
siempre salíamos escarmentados, pero nunca nos rendimos.
-Puede
que la fuerte locura de ustedes dos derive de ese empeño que tenían en que les
zurraran -arremete el loquero.
-No
se crea que no lo he pensado, querido asistente médico-digo volviendo a guiñar
un ojo.
El
interrogador me mira desesperado.
-¿Ya
está? ¿Era eso lo que querías contarme?
-Si,
esa es la historia de cómo nos conocimos y de cómo nos hicimos tan muy amigos.
-Vale,
¿Me hablas ahora del incidente?
-Si,
te hablaré ahora del 28 de febrero. Te lo mereces.
Una
vez que le he dicho esto ambos sonríen como un niño y me miran ansiosos, esperando que
comience mi nuevo relato.
...
Continuará
No hay comentarios:
Publicar un comentario