Freddy se pasea por el mundo de los sueños y siempre encuentra algo con lo que divertirse. Este personaje lleva haciendo de las suyas desde 1984 y parece que no se va a detener ahora.
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sábado, 2 de marzo de 2013
Javert y su obsesión con el pan
En honor a una de las películas de los Oscars de este año publico la siguiente viñeta que acabó de finiquitar. Espero que les guste:
lunes, 25 de febrero de 2013
La historia de mi mejor amigo (5)
5-BAJO UNA INQUEBRANTABLE NORMA
(No me gusta estar solo, es demasiado aburrido estar hablando conmigo mismo. Tengo que reconocer que me gusta contarle mi vida a Saavedra, es muy divertido jugar con él, casi igual de entretenido que fastidiar a Saavedra. No saben nada de lo que pasa aquí no tienen ni idea del alcance de esta situación. Minuto a minuto la cosa se pone más interesante.)
(No me gusta estar solo, es demasiado aburrido estar hablando conmigo mismo. Tengo que reconocer que me gusta contarle mi vida a Saavedra, es muy divertido jugar con él, casi igual de entretenido que fastidiar a Saavedra. No saben nada de lo que pasa aquí no tienen ni idea del alcance de esta situación. Minuto a minuto la cosa se pone más interesante.)
...
La parejita vuelve a entrar en la sala de interrogatorio.
Les abro los brazos en señal de bienvenida.
-¿Ya
terminaron de hacer manitas?- pregunto maliciosamente.
El
detective ignora mi comentario sarcástico y me apremia a continuar relatando:
-Ibas
a contarnos lo que paso después del jaleo nocturno.
-Si,
iba a hacerlo… antes de que me interrumpierais. ¿Se me permite continuar o van
a volver a dejarme de sujeta velas aquí solo?
Empiezo
a sospechar que esos dos tienen un lio del que no estoy enterado.
-Continúa
por favor-me pide García.
-La
siguiente historia Saavedra se la conoce muy bien-y retomo el hilo de mi
historia:
Los
médicos que subieron a la tercera planta alertados por la fiestecilla
improvisada se nos echaron encima y nos bloquearon. Otros se apresuraron a
cerrar las puertas y a meter en su habitación a los curiosos que todavía
quedaban fuera. No volvimos a ver a el guardia que encerramos en la 321.
Nos
bajaron al despacho del director, que está en la segunda planta.
Para
el centro médico aquella situación era de alarma, no les gustaba tener a los
locos correteando por la instalación a su gusto, ni les alegraba tener a un
tipo capaz de librarse a su gusto de una camisa de fuerza.
El
director estaba de guardia también así que no se había ido a su casa aquella
noche. Llamaron a la puerta y en el interior del despacho se escuchó
movimiento. El sonido de una puerta
abrirse y luego algo muy pesado que se arrastraba por el suelo llegó a nuestro
odios. Después el directo salió a fuera con aire somnoliento.
-Director
Saavedra, disculpe la molestia, pero hay un problema que requiere su
atención-dijo uno de los médicos señalando a mi amigo y a mí.
-¡Buenas
noches dire!-Saludó mi amigo con sus manos libres.
Saavedra
es un hombre muy trabajador, ocupa el mismo cargo de todos los médicos y además
dirige todo el manicomio. Está hecho todo un hombre de negocios.
Nos
miro sorprendido a ambos, pero su atención se centró en mi amigo que estaba sin
su uniforme aprisionador.
-¿Qué
hacen estos dos aquí?-preguntó enfadado.
-Han
encabezado una revuelta en la tercera sección- informan los médicos.
-¿Y
ese que hace sin la camisa de fuerza?
-Permítame
contestar a esa pregunta. ¿Me permite?-se ofreció gentilmente mi amigo.
-Adelante-concedió
Saavedra asesinándole con la mirada.
-Tú
no sabes lo…-dijo mi amigo antes de ser interrumpido por Saavedra.
-Usted.
Mi
amigo le miró sin entender ese bisílabo e increpó:
-¿Cómo?
-Que
me trate de usted-exigió el director
-Ah,
sí. Perdone usted. Usted no sabe lo molestas que son esas prendas, por eso me
la quite su señoría.
-¿Qué
se la quitó? ¿Cómo fue eso?-inquiere fulminante Saavedra a los médicos que
estaban allí presentes.
-No
lo sabemos señor, le encontramos así.
El
jefe suspira, estaba muy enfadado. Vuelve a la carga:
-Pónganle
otra ahora mismo. ¿Quién estaba cuidándoles?
Uno
de los esbirros se fue raudo y veloz a buscar otra camisa.
-Estaba
de turno Antonio Zamora. No sabemos dónde está ahora-contesta uno.
-¡¿Dejaron
a un novato solo con esos dos?! ¿Quién compartía el turno con él?
-Yo,
señor- dijo un batablanca cabizbajo
dando un paso al frente.
-Maldito
desgraciado, ¿por qué no le acompañó?
-Yo…
Verás señor…
-No
me importa, quedas despedido. ¡¿Dónde está esa camisa de fuerza?!
El médico
que se había ido hacía apenas medio minuto volvía corriendo con la camisa en
alto.
-Aquí
la traigo señor.
-Póngansela
y cuando lo hagan háganlos pasar a mi despacho.
Dicho
eso, Saavedra entró en su morada y cerró la puerta de un portazo.
Minutos
después comenzó nuestra primera reunión en calidad de locos con Saavedra. Estábamos
solos con él.
-Sabía
que nos causaríais problemas-comenzó diciendo.
Mi
amigo sonríe de oreja a oreja, la camisa de fuerza que le han puesto le hacen
parecer más loco de lo que está. Suelta una carcajada de orgullo y dice:
-Me
complace saber que usted tenía tantas esperanzas en nosotros.
Saavedra
se levantó de su butaca y comenzó a caminar por la habitación. Nosotros le seguíamos
con la mirada y él hablaba sin mirarnos:
-Esto
no quedará así, no he luchado tanto para caer tan fácilmente. Sabéis lo que os jugáis.
-Y
usted también sabe lo que se juega- dijo mi amigo señalando con la cabeza a una
de las muchas estanterías de la sala.
El
director transmutó sus facciones en un gesto duro y malévolo, su voz sonó
diferente cuando dijo:
-Siento
decirle que no le comprendo, usted está
loco y su palabra no tiene valor para mí ni para ninguno de los que
trabajan aquí. Has perdido, ya puedes ir rindiéndote.
Alguien
llamó desde el exterior. Saavedra le dio permiso para entrar. Un medico soñoliento
entró y se dispuso a informar:
-Hemos
encontrado a Antonio, estaba encerrado en la 321. Cuando le pusimos la camisa
de fuerza a este individuo descubrimos que tenía un manojo de llaves, de alguna
forma se las quitaron y consiguieron encerrar a Antonio. Es todo cuanto
sabemos.
Saavedra
cambió su voz de nuevo, ahora sonaba con autoridad:
-No
volveré a tolerar este tipo de actitud por parte de ustedes. Aquí vivimos bajo
una inquebrantable norma. ¿Me oyen?
-Alto
y claro general-responde mi amigo.
-Por
lo pronto están castigados, mañana les informaré de su pena.
Mi
amigo se queja.
-Venga
hombre, el primer delito sale siempre gratis.
-Pónganlos
en habitaciones separadas, ¿cuáles quedan libres en la tercera?-continúa
Saavedra omitiendo las quejas de mi amigo.
-321,
que es doble y 323, que es triple. Ambas no tienen ningún ocupante-informa el
médico casi sin pensarlo.
-Muy
bien, metan a cada uno en una de esas.
-Se lo
dije antes al señor… Antonio, no pienso meterme en ninguna habitación con el
numero tres-protesta mi amigo.
Saavedra
sonríe y se dirige al médico recién llegado:
-Metan
ha ese señor en la 323.
-No
pienso entrar en ninguna habitación con el numero tres-vuelve a quejarse mi
amigo.
-Escúchame,
si hubiera en este edificio alguna habitación con el número 333 ten por seguro
que esa habitación sería la tuya, aunque tuviera que sacar de ella al mismísimo
Satanás. Y ahora llévenselos, no quiero verlos más esta noche. -y añadió en un
susurro inaudible cogiendo a mi amigo del hombro-: ten cuidado con lo que
dices, esto no ha hecho más que empezar.
Claro
que no había hecho más que empezar, cuando salimos de aquel despacho deslice la
lengua por mi paladar y jugueteé con la lleve que tenía en el interior de mi
boca. Iba a ser una noche muy larga. Si querían guerra tendrían la de maratón.
...
Continuará
#Lhdmma
viernes, 22 de febrero de 2013
La historia de mi mejor amigo (4)
4-UN SEGUNDO
(Día uno / 07-02-1985
/13:02
Centro de rehabilitación de Toledo “Los
santísimos estigmas”
Quedan 21 para el 28 de febrero
Continua la grabación audio )
...
Tomo
aire para comenzar a contar mi nueva historia, pero Saavedra se me adelanta y
me interrumpe haciéndole una proposición al señor Holmes:
-¿Le
importaría salir conmigo un segundo, Señor García?
Señor
García… Por lo menos ya sé el apellido de ese tipo, ya no tengo que pensar en
él como Holmes. De todas formas ahora me da igual como se llame, nadie me roba
a la persona con la que estoy hablando. Me quejo a Saavedra:
-Lo
siento doctor, el señor García va a escuchar otra de mis historias.
-Solo
será un segundo, León-me suelta Saavedra-. ¿Le importaría acompañarme, Señor
García?
El
detective Holmes/García titubea unos segundos, después me mira y me pide
permiso:
-¿Le
importa que le abandone por unas milésimas de segundo?
Le
concederé sus deseos. Espero por su bien que no tarden en volver si quieren
escuchar el resto de la historia.
-Puede
salir señor detective, no tarde -amenazo.
Saavedra
y García abandonan la sala y me dejan solo. Que poca consideración hay ahora en
el mundo, de verdad.
------------------------------------------------------------
Saavedra
cierra la puerta y se gira para quedar cara a cara con García. Le lanza una
mirada de reproche e inquiere:
-¿Estamos
avanzando?
-De
momento no -contesta García resoplando de cansancio.
-Escucha,
un loco con aires de salvador me la ha jugado. Lleva desde el día 23 de enero
desaparecido e incluso tuvo el valor de amenazarme con algo que hará el día 28
de febrero. Quedan solo 21 días para que sea el 28 y no hemos avanzado nada y
ahora estamos hablando con el amigo del loco y lo único que hacemos es perder
el tiempo, ya te dije yo que el trastorno de León es muy fuerte y el de su
amigo es mucho peor, no quiero ni imaginarme lo que estará haciendo por allí
fuera.
-Tenemos
que saber todo lo que sabe León sobre el iluminado porque…
-¿Tú
también le llamas así? ¿No queda nada de coherencia en este maldito hospital?-se
indigna Saavedra.
-Tenemos
que hablar con León y lo sabes. Seguro que él sabe todo lo que pasó el 23 de
enero y lo que va a pasar el 28 de febrero. Estoy seguro de que su amigo se lo
contó todo -informa García.
-Te
doy dos días para sacarle la información, si en ese tiempo no has avanzado estás
despedido. ¿Qué te propones hacer ahora?
-Seguir
la corriente a este loco, estoy seguro de que dirá algo sobre su amigo
desaparecido que pueda servirnos.
-Dos
días García, dos días.
------------------------------------------------------------
No
me gusta estar solo, es demasiado aburrido estar hablando conmigo mismo. Tengo
que reconocer que me gusta contarle mi vida a Saavedra, es muy divertido jugar
con él, casi igual de entretenido que fastidiar a Saavedra. No saben nada de lo
que pasa aquí no tienen ni idea del alcance de esta situación. Minuto a minuto
la cosa se pone más interesante.
...
Continuará
La historia de mi mejor amigo (3)
3-EL ILUMINADO
(Parece que si no se lo cuento este tipo no me va a dejar en paz. Será mejor que le perdone para poder largarme de aquí.
-No voy a permitir que vuelvas a interrumpirme. ¿Lo entiendes?
-Alto y claro-me confirma el detective.
Me aclaro la garganta y me preparo para continuar por donde me había quedado.)
...
-Tardaron
un mes en meternos aquí, fueron unos días de pruebas médicas muy divertidos.
Recuerdo que varios médicos dimitieron por nuestra culpa.
Me
gusta decir que fueron unos días cuando en realidad fue más de un mes (del 23
de enero al 28 de febrero del 1981). Se pasaron muy rápidos, así que mi amigo y
yo nos los tomamos como unos días de vacaciones. En aquella bella época
disfrutamos mucho con nuestro querido Saavedra. Él fue uno de los principales
incitadores de nuestro encarcelamiento en este maravillosísimo hotel de siete
estrellas.
-Nadie
dimitió. Solo abandonaron vuestro caso-protesta Saavedra con superioridad.
-Todos
se fueron menos usted. Vuestra meced siempre creyó en nosotros y en nuestra locura y eso para nosotros
significa mucho. Gracias -agradezco yo.
-¿Puedes…
continuar con tu historia? Por favor -pide el detective bostezando.
Me
rasco la nuca y vuelvo a hablar:
-Tienes
razón, no debería irme tanto por las ramas. Continúo: Como iba diciendo nos
metieron aquí el 28 de febrero. Eran las 21:43 de una noche cerrada. Lo
recuerdo como si hubiera pasado ayer…
Los
pasillos del manicomio estaban en la penumbra. Al final del largo corredor
parpadeaba una bombilla de luz anaranjada. Unos rallos de luna se deslizaban
como cuchillas por una de las ventanas.
A
esa hora todo el edificio estaba sumido en su rutinal sueño. Los locos nos
acostamos a las 21:00, a esa hora tiene que haber silencio absoluto.
El médico
de guardia nos escoltaba hacia nuestra habitación. Nos miraba asustado, debía
ser su primera noche de cuidador de maniatados y por eso le habían hecho la
jugarreta de dejarle solo con dos dementes. Mi amigo y yo comentábamos
todo lo que veíamos y reíamos en voz
alta y eso ponía los pelos de punta a nuestro carcelero que se esforzaba por no
mostrar su miedo.
Nos subió
a la segunda planta y comenzamos a recorrer otro largo pasillo. A derecha e
izquierda estaban las habitaciones-celdas de nuestros futuros compañeros. El médico
miraba en todas las direcciones, temeroso de que alguien saliera de la
oscuridad y acabara con su vida. Nosotros no le preocupábamos mucho, la camisa
de fuerza que nos aprisionaba y su barra electrificada le protegían de nuestra
locura. Creo que lo que más asustaba a ese hombrecillo era el lugar y haber
leído demasiadas historias de miedo.
Al
final del pasillo había más escaleras. Peldaño a peldaño llegamos a la tercera
y última planta. Otro corredor mortalmente oscuro flanqueado de “habitaceldas”. Ahora temblaba nuestro
acompañante. Hacía frio, claro, como en todas las noches de febrero. Nuestro
aliento salía en forma de vaho.
-Quiero
mear-soltó mi amigo.
El médico
intentó no sorprenderse, seguramente se repetía todo lo que había aprendido en
la academia de loqueros para controlar una situación como aquella. Decidió no
responder.
-Me
meo-insistió.
-Mi
amigo se mea- reforcé.
-Podrán
descargar en su habitación, está al fondo del pasillo.
-¿Cuál
es nuestra habitación?-pregunté
-La
321-respondió el médico.
-No
me gusta, cámbiamela- exigió amenazante mi amigo.
El
loquero se sorprendió por la rudeza de mi amigo e informo, reforzando su
asustada voz con un pequeño timbre de autoridad:
-No
se puede.
-No
me gusta el numero 3, quiero otra habitación-insistió mi amigo.
A
nuestra derecha estaba la habitación 316 a mi izquierda la 317, ahora la 318 a
mi derecha y a la izquierda la 319… El médico aceleraba el paso para llegar
rápidamente a nuestros aposentos y poder largarse de allí.
-Todas
las habitaciones de este piso tienen como primer número el 3, este indica el
número del piso-informó el custodiador.
-Pues
llévame al segundo ya. No pienso entrar en ninguna sala que tenga el número
3-repite mi amigo.
320
a la derecha, como todas las pares y 321 a la izquierda, como todas las
impares. Nuestra nueva casa. Nuestro asustado anfitrión sacó su manojo de
llaves y la abrió. Después nos indico que entráramos con un movimiento de
manos.
-¿Te
gustan los espectáculos?-preguntó a bocajarro mi amigo.
El
doctor abrió la boca anonadado:
-¿Per..perdona?
-¡Contemplad
al gran Houdini!-gritó mi amigo.
Lo
que sucedió a continuación hizo que nuestro novato perdiera los nervios y
comenzara a gritar. Mi amigo se libró de un rápido movimiento de su camisa de
fuerza quedándose con el torso desnudo y la tiró al suelo. Alzó las manos
pidiendo aplausos a un público imaginario. Yo hubiera aplaudido si hubiera
tenido las manos libres.
El
nuevo Hudini cogió a nuestro acompañante, le arrebató el manojo de llaves y lo
empujó al interior de la 321. El médico
cayó de culo y contempló desalentado como era encerrado en la celda de
sus prisioneros. Después de echar la llave mi amigo me sonrió y me hizo una
tentadora oferta:
-¡Vamos
a saludar a nuestros nuevos amigos!
Y
abrimos las 24 celdas del tercer piso, sin contar la 321, por supuesto. Una a
una. Todos nuestros compañero estaban durmiendo y ninguno se percató de
nuestros actos.
-Es
la hora del espectáculo-me susurró cuando todo estaba abierto.
Fuimos
al cuadro de mandos que estaban al fondo
del pasillo, junto a la puerta emergencia y comenzó la fiesta con las primeras
voces de mi amigo:
-¡Ciudadanos
del tercero, locos y cuerdos! ¡Desde los más profundo del valle de la
maniataded les presento una presentación inaudita e insabora! -los ingresados
comenzaron a salir de sus habitaciones, algunos llevan camisa de fuerzas y
otros iban en pijama de cuadros, los que no salieron fue porque la medicación
se lo impedía-. ¡Es un placer para mí presentarles a mi gran amigo en la
demencia, el único, el inigualable, el indiscutible, el adorador de los nachos
con queso que tanto cuesta encontrar en este país: LEÓN DE LA METROPOLIS!
Una
parte de los locos aplaudieron escandalosamente con vítores la presentación que
mi amigo me hizo. Después pasó a auto presentarse:
-¡¡¡Y
sin más dilación, querido público, me presento!!! ¡¡¡Venido de uno de los
pueblos más profundos de Toledo, el tres veces único, el cuatro veces
inigualable, al que si le discutes eres condenado a quitar los percebes del Titanic,
el devorador de las bibliotecas…
Una
mirada de mi amigo y ya sabía lo que tenía que hacer, mordí la palanca que
encendía los flexos del techo (por que no tenía manos, claro) y la baje.
El
primer flexo que se encendió era el que estaba al fondo del pasillo. Luego se
alumbró el que le seguía a continuación el siguiente. Todos los espectadores
levantaron la cabeza y contemplaron como los flexos se iluminaban y se dirigían
hacia mi amigo. Solo quedaban tres sin encender. Dos. ¡Uno! Todo el pasillo
quedó iluminado. En el techo, encima de la cabeza de mi compañero había otra bombilla
de luz naranja, junto con el final del tubo del gas. La encendí. Está parpadeo
varias veces y después aguantó encendida unos segundos antes de reventar. Los
cristalitos cayeron encima de nosotros dos. Todos guardaron silencio.
Contuvieron la respiración hasta que mi amigo levanto las manos pidiendo una
ovación. Los que tenían las manos libres aplaudieron desgarradamente, los apresados
con las camisas saltaron de alegría. Uno de ellos nos señaló y gritó
refiriéndose a mi amigo:
-¡Él
es el nuevo elegido! ¡¡¡Es… es… EL
ILUMINDADOOOOOOO!!!
-¡EL
ILUMINADO! -aclamaron todos al unísono mientras algunos se postraban en el
suelo.
Por
las escaleras subía un comité de médicos. Un maniatado gritó de terror:
-¡Que
vienen los romanos!
Nadie
le prestó atención hasta que otro clamó:
-¡Los
batasblancas!
Entonces
todos se apresuraron a encerrarse en sus celdas y a meterse en sus camitas.
Cuando los médicos llegaron solo estábamos mi amigo y yo al final del pasillo.
Holmes,
termina de escuchar mi relato. Parece que ya ha aprendido a respetarme. Toma
aire y pregunta:
-¿Y…
esa es la historia de porque a tu amigo le llaman el Iluminado?
Saavedra
suspira.
-Así
es-respondo educadamente.
-Supongo
que os tocaría algún castigo por esa actuación a deshora… ¿Me equivoco?-inquiere
mi segundo detective favorito.
-Pues
ya que te refieres a ello te diré que sí. Fue algo muy interesante y la primera
vez que nos enfrentamos con Saavedra desde nuestro ingreso… Te lo contaré ahora
mismo, no sufras.
El
detective y Saavedra suspiran. Saben que las historias del 23 de enero y el 28
de febrero van a tener que esperar en pos de un relato más importante.
Día uno / 07-02-1985 /13:02
Día uno / 07-02-1985 /13:02
Centro de rehabilitación de Toledo “Los santísimos estigmas”
Quedan 21 para el 28 de febrero
Continúa la grabación audio
...
http://bastonybombin.blogspot.com.es/p/la-historia-de-mi-mejor-amigo.html
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...
Continuará
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martes, 19 de febrero de 2013
La historia de mi mejor amigo (2)
2-LA INTERRUPCIÓN
( -Si, esa es la historia de cómo nos conocimos y de cómo
nos hicimos tan muy amigos.
-Vale,
¿Me hablas ahora del incidente?
-Si,
te hablaré ahora del 28 de febrero. Te lo mereces.
Una
vez que le he dicho esto ambos sonríen como un niño y me miran ansiosos de que
comience mi nuevo relato.)
...
No
les haré esperar, aquí viene la historia sobre el 28 de febrero:
-Desde
la mañana del 23 de enero nos estuvieron haciendo un montón de pruebas médicas.
Parecía que tenía prisa en adjudicarnos la locura. Después de unos días
entramos en el manicomio como ya te dije antes. Concretamente nuestra fecha de
ingreso fue el 28 de febrero de 1981.
-¡Háblame
de las fechas de 1985, del 28 de febrero de 1985 o háblame del 23 de enero, pero
no vuelvas a contarme nada sobre 1981!
No
puedo permitir más ultrajes como estos, si no quieren escucharme me da igual.
Me callo y que me dejen en paz.
Pongo
la barbilla en el pecho y me cruzo de brazo. Ahora frunzo el ceño para indicar
que estoy muy enfadado con la actitud de ambos. De mi boca no va a salir ni una
palabra más.
El
detective me mira desconcertado, sabe que se ha ido de la lengua o eso creo yo.
Mira al doctor de reojo como implorándole ayuda. Saavedra se encoge de hombros.
Holmes me mira de nuevo y suspira. Finalmente me dice:
-Continúa…
Pero
yo ya no quiero hablar, no me gusta que me interrumpan, nunca me ha gustado que
no me tomen en serio. Quiero irme de aquí, ya he perdido suficiente tiempo.
-¿Puedo
irme a jugar?
-No,
no. Primero tienes que contarme lo que sucedió el día que te metieron aquí
dentro. ¡Vamos! Estoy ansioso-me urge Holmes.
-No
quiero.
Saavedra
bufa de cansancio. Seguro que se está arrepintiendo de no haber traído una silla
para él.
-Muy
bien, te irás a jugar cuando me cuentes lo que te he interrumpido.
Parece
que si no se lo cuento este tipo no me va a dejar en paz. Será mejor que le
perdone para poder largarme de aquí.
-No
voy a permitir que vuelvas a interrumpirme. ¿Lo entiendes?
-Alto
y claro-me confirma el detective.
Me
aclaro la garganta y me preparo para continuar por donde me había quedado.
...
Continuará
lunes, 18 de febrero de 2013
La historia de mi mejor amigo (1)
1-EL COMIENZO DE UNA GRAN AMISTAD
( -Me
parece que no me he explicado bien, lo que yo quiero que me cuente es el
incidente de este año, quiero el incidente
de la tarde del 23 de enero de 1985 y también quiero saber qué relación
tiene eso con el día 28 de febrero- explica el señor detective-. Estoy aquí para saber la verdad. Y espero que
sepas que es de vital importancia para nosotros saber todo sobre lo que pasó
ese día.)
...
Cada
vez me parece más mal educado este hombre.
-O
sea… ¿Quiere que le hablé de lo que pasó hace unos pocos días?-pregunto
desafiante.
-Exactamente,
háblame del 23 de enero de este año.
Ahora
parlamento yo:
-Me
parece una descortesía lo que está haciendo usted. ¿Quiere que le hable de un
hecho de mi amigo que acaba de pasar y quiere juzgarle con lo que yo diga?
Siento decirle que si quiere juzgar a mi amigo va a tener que saber más cosas
de él.
-No
me interesa saber nada más que lo referente al 23 de enero y al 28 de febrero de este año.
-Ya
te hablaré del 23, pero antes tienes que saber más cosas sobre mi amigo.
-No
te sigo-susurra desesperado el poli.
-No
pienso hablarte del 23 si antes no sabes más cosas sobre mi amigo, ¿lo pillas?
-¿Qué
quieres que haga?
-Pregúntame
más cosas sobre él. Yo lo sé todo. Puedo contarte toda la historia de mi mejor
amigo.
-Vale,
vale. ¿Quieres hablar? ¿Es eso? Veamos… háblame… esto… dime, ¿Cuándo os
conocisteis? ¿Por qué tenéis esta relación tan estrecha?
-Oh,
esa es una historia muy interesante. Verás yo era un chico muy solitario y no
tenía ningún amigo. Los demás chicos solían meterse conmigo y yo me metía con
ellos. La verdad es que no me importaba mi posición. Si yo no les caía bien no
me iba a esforzar en cambiar para hacerlo.
<<Un
día un grupo me dio una buena paliza en un callejón, yo apenas tenía siete
años. Tengo que admitir que los que me pegaron no eran mayores que yo, pero no
estaba preparado para defenderme de cinco desgraciados que se creían luchadores
profesionales. Cuando acabaron conmigo y decidieron irse dejándome solo y
llorando como un paleto me di cuenta de que uno se había quedado conmigo. Fue
la primera vez que vi al Iluminado. Él era uno de los que iba con los chicos
que me habían pegado, pero no había participado en la paliza.
Desde
ese día fuimos uña y chicha. Hemos hecho de todo juntos, incluso ingresar en
este lugar. La verdad es que no sé cómo una persona como él fue a caer en semejante
antro…
El
doctor Saavedra me atraviesa con la mirada, está empezando a perder la
paciencia.
-Me
alegra mucho saber esa feliz historia pero…
-Espera,
espera. Aun hay más: su Paciente X tiene un gran sentido de la justicia. La
verdad es que seguro que se parece mucho a usted señor Holmes. De mayor quería
convertirse en un luchador de la rectitud. Una especie de policía o un
detective tal vez… es curioso como el paso del tiempo nos pone a todos en
nuestro lugar: Unos consiguen su sueño y otros acabamos amordazados en un
manicomio… aunque tengo que añadir que no nos ha ido tan mal aquí dentro. Recuerdo
que una vez…
-¿Vas
a terminar de contar la historia o no?
Parece
que tengo muy enganchado al detective para que me incite tanto a continuar.
-¡Ah
sí! No puedo evitar andarme por las ramas. Estoy loco ¿Recuerda? Bueno, el caso
es que mi amigo tiene un gran sentido de la justicia y se sentía culpable de
haber participado en ese comité de matones. Decidimos que nos vengaríamos.
El
doctor Saabedra suspiro y dijo con aire somnoliento:
-Ya
desde pequeño mostrando sus dotes de revolucionario… no sé por qué no me sorprendo…
-Nosotros
también le queremos doctor -digo sonriendo y giñando un ojo al que acaba de
hablar.
-¿Puedes
continuar, por favor?-apremia el detective llevándose las manos a la cabeza.
Otro
que comienza a cansarse… ¡Vamos bien!
-Si,
continúo. No se estrese. Pues decidimos vengarnos, nos peleamos con ellos y el
resultado fue el esperado: no machacaron. Lo intentamos una y otra vez y
siempre salíamos escarmentados, pero nunca nos rendimos.
-Puede
que la fuerte locura de ustedes dos derive de ese empeño que tenían en que les
zurraran -arremete el loquero.
-No
se crea que no lo he pensado, querido asistente médico-digo volviendo a guiñar
un ojo.
El
interrogador me mira desesperado.
-¿Ya
está? ¿Era eso lo que querías contarme?
-Si,
esa es la historia de cómo nos conocimos y de cómo nos hicimos tan muy amigos.
-Vale,
¿Me hablas ahora del incidente?
-Si,
te hablaré ahora del 28 de febrero. Te lo mereces.
Una
vez que le he dicho esto ambos sonríen como un niño y me miran ansiosos, esperando que
comience mi nuevo relato.
...
Continuará
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